En la vida de cada uno de nosotros, pensé, hay un lugar remoto y aislado, entregado a un eterno pesar o a una felicidad secreta. Todos somos ermitaños voluntarios o cautivos en algún momento de nuestra vida, y entonces comprendemos a nuestros hermanos de celda, sin importar la época a la que pertenezcan.
La tierra de los abetos puntiagudos. Sarah Orne Jewett
No hay comentarios:
Publicar un comentario